Nada se ha conseguido nunca si no ha sido soñado antes.
Hola!
Soy Sara
Soy Sara Baró, nací hace 28 años en la ciudad de Lleida y llevo fotografiando la vida desde que tengo memoria.
Mucho antes de tener edad para poder empuñar una cámara propia, fotografiaba el mundo con las cámaras desechables que le pedía a mi madre y que sin yo entender muy bien cómo, me permitían congelar cualquier cosa que pasara a mi alrededor. ¡Así empezó todo!
Pero lo cierto es que en una cámara no cabía nunca suficiente mundo ni suficiente vida como para satisfacer mi avidez, así que pedía otra y otra. ¡En cualquier momento podía pasar algo digno de ser fotografiado!
Los paisajes, la luz, los gestos y expresiones de mis amigos a quienes intentaba captar en sus mejores momentos o como si fueran portada de la mejor revista de moda. ¿Por qué no? Nada se ha conseguido nunca si no ha sido soñado antes. Disney decía: “Si puedes soñarlo puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón”. En mi caso, con una cámara desechable.
Disney decia: «Si puedes soñarlo puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón.»
En mi caso, con una cámara desechable.
Con el tiempo y de forma natural, mi afición se convirtió en mi pasión y mi pasión en mi profesión. Hoy en día cuento con un equipo fotográfico y con la formación adicional en el campo de la estética y la gastronomía, que a menudo combino con la fotografía.
Sigue fascinándome el poder de recoger esos instantes que definen nuestras vidas y sellarlos en una fotografía para disfrutarlos en cualquier momento. Poder pasearme por las fotos y encontrarme de nuevo en esos lugares, con esa gente, sentirme como me sentía y recuperar con todo lujo de detalles ese momento, que quedó en la foto para siempre.
Eso es magia. Y es a lo que me dedico.
Otras cosas que me hacen feliz
No todo es fotografía
Plantas y decoración
Al independizarme compré una Monstera Deliciosa, así empezó todo y fueron llegando más y más plantas. Adoro cuidarlas, ver como reaccionan y como crecen, es sumamente satisfactorio, por no hablar de la alegría y paz que me aporta un espacio con plantas.
En cuanto a la decoración, desde pequeña me ha encantado ese mundo, pero ha sido a raíz de tener mi propio espacio que lo que antes era un gusto ahora es prácticamente una obsesión (siempre sana jajaja).
Música
No me imagino mi vida sin música, soy una gran consumidora y creo que todo momento tiene una música perfecta que le acompaña, como si de una película se tratara.
La necesito cuando me cuesta dormir, cuando quiero concentrarme a fondo, cuando estoy triste, cuando estoy feliz, cuando necesito motivación extra e incluso cuando me apetece compañía por la calle o para barrer el suelo a lo Fredie Mercury.
Cocina
Antes de darme cuenta de lo feliz que me hacia la fotografía estudié dirección de cocina y me apasiona pasar tiempo entre fogones, ensuciarme las manos con nuevas masas y descubrir recetas (aunque no sea tan divertido limpiar el caos que queda después).
Durante el confinamiento una de las cosas que me ayudó fue hacer directos en Twitch y abrir el pequeño blog de Sarurecetas con alguna de las que hacíamos.
Siempre hay más…
Siempre trabajo desde la honestidad. En cada una de las sesiones lo hago lo mejor que sé y puedo ofrecer en ese momento. Cada día trato de mejorar profesionalmente y personalmente. Vivo en una constante evolución, con temporadas más lentas y temporadas más reveladoras. Es así como creo que debe ser.
¡Por supuesto! Me encanta evolucionar, poco a poco voy cumpliendo mis objetivos y aparecen otros con nuevas ilusiones. Ahora mismo me encantaría fotografiar una pedida de mano en un escenario idílico, de la misma forma que me encantaría fotografiar un parto y una sesión de fotos en la nieve. Así que, si esa es tu idea, ¡llámame!
Orgánico y natural diría que lo definen bastante bien. En las sesiones me gusta ser prácticamente una espectadora, dar indicaciones para crear interacciones reales y huir un poco de los posados más típicos.
Es complicado. Por mi idea del romanticismo diría que las sesiones de pareja son mis favoritas y las disfruto como una enana. Pero debo admitir que, con los años, las sesiones de maternidad me han ido robando el corazón con esa ternura tan especial.